No puedo afirmar que sea un admirador ferviente de la obra de Terry Pratchett. Mentiría. Pero sí puedo proclamar a los muchos vientos que Pratchett sabía lo que hacía cuando incluyó, entre sus últimas voluntades, el deseo de que el disco duro de su ordenador literario, el que contenía sus textos inacabados, fuese destruido sin dejar copia. Bueno, fue un poco más allá, pidiendo que el destrozo fuese causado por una apisonadora de vapor.

Ayer mismo, 25 del caluroso agosto de 2017, supe del trabajo de la preciosa apisonadora de nombre lord Jericho. La foto muestra —además de mi exquisito gusto—

Terry Pratchett y lord Jericho

que Pratchett tenía la cabeza en su sitio a pesar de ser diagnosticado de atrofia cortical posterior, una enfermedad degenerativa que provoca la pérdida y disfunción de las células cerebrales.

Nada duele más, para un autor vivo, que la obra terminada y entregada con precipitación. Pero imagino —sólo imagino— que debe provocar aún mayor desazón el relato inconcluso que cogen de tu escritorio para añadirle lo que se estime comercialmente conveniente y ofrecerlo al mundillo lector, amargándote la eternidad. De ahí que la resolución de Pratchett me parezca atinada hasta el aplauso.

No debería sorprendernos que el creador de Mundodisco dé signos de una inteligencia desarrollada. Son muchos los aciertos que se descubren en sus escritos, hasta el punto de que hay artículos que recogen sus sentencias más aplaudidas. Copio para vosotros un vistoso ramillete:

  • Conseguir una educación era un poco como una enfermedad de transmisión sexual. Te invalidaba para un montón de trabajos, y entonces tenías la urgencia de pegársela a alguien.
  • La gravedad es una costumbre difícil de olvidar.
  • La lógica es maravillosa, pero a veces obtienes mejores resultados pensando.
  • El problema de tener una mente abierta es que la gente insiste en entrar dentro y poner allí sus cosas.

Y dejo para el final toda una declaración de intenciones:

  • Dale fuego a un hombre y estará caliente un día, pero préndele fuego y estará caliente el resto de su vida.

No os sulfuréis. Es Pratchett, y no cabe malicia en sus frases. La mala baba está en vosotros.