La semana pasada, el día 20, Christie’s llevó a cabo la subasta de guitarras más importante que se ha efectuado nunca: la colección del mítico David Gilmour, formada por 126 instrumentos.

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Ha sido en Nueva York, y el resultado de tan singular evento se refleja en los 19.035.147 euros pagados por los admiradores más pudientes del músico. Casi nada.

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El momento álgido de la subasta llegó con la famosísima «Black Strat», la Stratocaster de 1969 que dio un sonido inconfundible a los álbumes The dark side of the moon y Wish you where here. Fue adquirida por más de tres millones y medio de euros. Preguntado por ella, Gilmour relató a la revista Rolling Stone que la compró en 1970, en un establecimiento de la calle 48 —Nueva York— llamado Manny’s.

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En enero de este mismo año, Gilmour declaró que la guitarra había sufrido docenas de modificaciones, incluido el cambio de mástil, pero que jamás cambió de color. Siempre fue negra.

El evento, diría que único en su género, tuvo lugar el Rockefeller Center de Nueva York. Los compradores, el día que piensen que fueron idiotas por pagar una gran suma por cada una de esas guitarras usadas, podrán consolarse pensando que el dinero fue empleado en la ayuda a personas necesitadas de todo el mundo.

Los sonidos de David Gilmour son ya historia, reconocidos por millones y millones de aficionados repartidos por los cinco continentes. La dimensión de su música es, definitivamente, comparable con la envergadura de una acción benéfica que ha causado sorpresa. Pero, siendo realistas, David no necesita ese centenar y pico de guitarras. Entre sus dedos, cualquiera, por mala que sea, emitirá las notas que avivarán nuestra emoción.