El diario digital Siglo XXI publica hoy una entrevista realizada por el siempre amable Herme Cerezo, con preguntas que demuestran una fina aproximación a la novela y su personaje.

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No es el primer encuentro con Herme y espero que no sea el último. Es imposible no disfrutar de un rato de charla con este hombre, tan incisivo como benévolo.

 

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Resalto una pregunta que tiene singular enjundia por incidir sobre la realidad actual del mercado de la cultura, abordando el binomio {creación – precio de venta}.

  • ‘Nadie muere en Zanzíbar’ se enmarca en esa tendencia literaria que consiste en explicar al lector cómo se construye el libro. Ese desvelar secretos, ¿no rompe la magia de la literatura, del libro, de la novela?
  • Llevas razón en eso. Yo corría dos riesgos aquí: uno, que el libro no pareciese una novela; y dos, que se me identificase a mí al cien por cien como protagonista en la narración, aunque está claro que no soy yo. Pero decidí asumir el reto, porque pensaba que era la mejor forma de introducir la novela. En el primer borrador, había dos historias paralelas, en tiempo presente y pasado, pero eso llevaba el volumen a las ochocientas páginas y hacía que su venta fuese más difícil. Fernando García Calderón vende mejor a dieciocho euros que a veinticinco. Al principio eso no me entraba en la cabeza, pero, cuando me di cuenta, hube de eliminar una buena parte del tiempo presente.

Una de mis muestras de sinceridad, con los pelos justos en la lengua.