El balance literario de 2005 deja un regusto grato en el paladar del autor de relatos a dos y cuatro manos.

 

Sedimentos en un pantano fue bien acogido desde el momento mismo de su salida a los expositores de las librerías. Su triste —vacía y hermosa, diría yo— portada recibió comentarios elogiosos, las críticas fueron amables y brindaron su apoyo, la agencia Efe se interesó por su cuna y enjundia, los afectuosos lectores —buenos amigos, sin duda— dejaron la caseta 329 de la Feria del Libro de Madrid sin ejemplares —se firmaron más de ochenta en tan sólo dos calurosas horas—, El Norte de Castilla —¿por qué será que en Valladolid me siento como en casa?— le dedicó una amplia reseña y Julia Bustamante, de la cadena de radio Cope, se molestó en entrevistar a los padres del invento y recomendar reiteradamente su lectura.

Es difícil pedir más para un introspectivo libro de relatos, editado en un modesto pero eficiente y prestigioso sello —el sevillano Alfar—. Eulalia y yo nos sentimos agradecidos por la respuesta recibida y satisfechos de haber culminado con buen pie esta aventura conjunta.

Dicen que los sentimientos perduran en las memorias serenas. Nosotros aspiramos a conservar, intactos, tantos recuerdos valiosos.