¿Quién no se ha interesado en un libro o un disco por su portada? Hemos de reconocer que la imagen que percibimos al enfrentarnos a esa fachada nos predispone. Tal inclinación (hacia delante o hacia atrás) queda pronto matizada. En cuanto interviene el raciocinio, haciéndonos valorar otros aspectos de mayor relevancia en la ponderación que nuestra mente efectúa de la obra.
La simbiosis creativa entre portada y contenido alcanza su mayor rango en la música. Los temas de un disco de vinilo quedan indefectiblemente asociados a su carátula, hasta el punto de que llegamos a «poner cara» al sonido. Basta con escuchar las primeras notas de 21st Century Schizoid Man (In the Court of the Crimson King, 1969) para dibujar en el aire el rostro macilento pintado por Barry Godber, artista de una sola creación y programador de computadoras. Robert Fripp expresó sobre él lo que cualquiera de nosotros pensaría.
La cara que aparece afuera es la del Hombre Esquizoide y la de adentro es la del Rey Carmesí. Si miras a la cara sonriente, sus ojos revelan una increíble tristeza. ¿Qué puede uno agregar? Refleja la música.
Os ofrezco algunas de las portadas que me produjeron sensaciones singulares en su momento y hoy reposan en el desván de mi memoria.
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