Amplío la respuesta a la pregunta que se me formuló en la entrada David Gilmour anuncia disco y gira:  mi guitarrista preferido es Steve Hackett. Y no es fácil la respuesta porque, si lo pienso, me saldrá una lista de curioso tamaño:

  • Clapton, Eric
  • De Lucía, Paco
  • Evans, Dave Howell (The Edge)
  • Fripp, Robert
  • Gilmour, David
  • Hammill, Peter
  • Hooker, John Lee
  • Howe, Steve
  • Montgomery, Wes
  • Phillips, Anthony
  • Rodríguez, Manuel
  • Santana, Carlos
  • Summers, Andy

Evidentemente faltan figuras indiscutibles de la guitarra en esta lista que he improvisado. Alguna estará ausente por olvido mío; otras, porque la música que extraen de sus cuerdas no me resulta afín. Es pura subjetividad. Admiro a Vai o a Satriani, pero no me emocionan.

Volviendo a Hackett, para los que no sepan de él, diré que es un instrumentista excelente, capaz de escribir temas magníficos a los que jamás debería añadir letra (si la canta él). Reemplazó al soberbio Anthony Phillips como guitarrista en Genesis, cuando Genesis era Genesis. Casi nada.

Vivíamos las épocas del llamado rock sinfónico (sifónico para algún amigo de los Rolling Stone) y nuestros modestos tocadiscos no daban para tanto sonido como se acumulaba en uno de aquellos temas de siete, diez o más minutos. Genesis encadenó con él una serie de obras verdaderamente elogiables: Nursery crime, Foxtrot, Selling England by the pound, The lamb lies down on Broadway. Y en estas llegó la Navidad de 1975 (¡qué año!) y me topé con lo que sería una gratísima sorpresa. Hackett había sacado disco en solitario, rodeándose de familiares y amigos.

Contornos (100) Voyage 1

Voyage of the Acolyte reunía una buena parte de las cualidades que yo apreciaba entonces en un disco de larga duración y, además, terminaba con una pieza para la posteridad: Shadow of the Hierophant. La instrumentación era extraordinaria; los estribillos, comedidos; la combinación de suavidad y contundencia, de clasicismo y modernidad, una delicia que te mantenía atento los 41 minutos que duraba el viaje.

Pero no quedaba ahí la cosa, pues el diseño gráfico se unía a la música para crear un LP redondo en todos los sentidos. ¿El mérito? El mérito era de una brasileña llamada Kim Poor (Elizabeth Kimball de Albuquerque Poor, en realidad), con un estilo inconfundible.

Contornos (100) Poor 1Contornos (100) Poor 2

Contornos (100) Poor 3

Contornos (100) Poor 7Contornos (100) Poor 6

Contornos (100) Poor 5

Contornos (100) Poor 4

Contornos (100) Poor 8

Hackett abandonó Genesis tras la grabación de Seconds Out. En mayo de 1978 vería la luz su segundo disco en solitario: Please, don’t touch. Una joya, se mire por donde se mire. Con una portada en la que Kim puso toda la riqueza de su estilo.

Contornos (100) Hackett

La relación profesional entre Kim y Steve duraría tanto que llegaron a compartir 26 años de casados. El matrimonio quebró, pero nos quedan —entre otros trabajos— esos dos discos que nadie podrá borrar de la historia de la música. Por ello no me duele decir, a modo de ruego y advertencia,

por favor, no lo toquéis