Ayer paseé por la cosmopolita, y nutrida de viadantes, Barcelona. Sentí el calor de las gentes… y de ese clima mediterráneo a cuya humedad no me acostumbro. Fue una visita breve pero intensa, inolvidable. Muy bien acompañado.
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Vaya por delante mi gratitud para todos cuantos hicieron posible tal recuerdo. Cito por orden cronológico los encuentros con
- Xavier Carles. Radio Intereconomía. Un portento como comunicador, amante de los libros, que me trató como si me conociera de toda la vida.
- Xavier Borrell. Todos somos sospechosos, Radio 3 (RTVE). Una comida, magnífica todo sea dicho, en la que hubo tiempo para repasar la actualidad de las letras catalanas, poner el punto sobre la i (las dos) del mercado editorial y llevar a puerto una entrevista de esas que lo pasas bien y se te hacen cortas (http://www.rtve.es/alacarta/audios/todos-somos-sospechosos/todos-somos-sospechosos-vestidas-para-recitar-05-06-15/3155683/).
- Antonio Iturbe. Librújula. Visité las instalaciones de la revista, adaptación de un antiguo espacio industrial, y disfruté de un marco que me recordó, para bien, a los usos del Matadero de Madrid. Antonio tiene una mirada sagaz, inteligente, y sus preguntas me confirmaron la primera impresión. Es, además, autor de la exitosa novela La bibliotecaria de Auschwitz (https://www.facebook.com/librujula. Actualidad del día 3 de junio).
- Paco Camarasa. Librería Negra y Criminal. Quien no lo conozca se pierde un trocito (con nata y guinda) de la historia de la literatura nacional. Paco es un librero de los antes, que se comunica vía internet con lectores de todos los rincones, ofreciéndoles el producto (negro) que demandan. Un encanto de librero, un encanto de persona. Firmar en su libro de visitas, hacerme la preceptiva foto a la puerta de la librería y darle un abrazo son tres actos que constituyen un pequeño paso para la literatura, pero un gran salto sentimental para este escritor (info@negraycriminal.com).
Obsérvese la genuina cara que luzco mientras firmo ejemplares en un rinconcito poblado de la librería. El fuego de los ojos no es del flash de la cámara; es pura alucinación.
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