Tal día como hoy, hace la friolera de 30 años, se estrenó en España una película que, con el paso del tiempo, ganó en prestigio sin perder un ápice de frescura. Es lo que ocurre con los buenos cuentos de hadas. Están fuera del círculo de las saetas del reloj, la Tierra deja de girar alrededor del Sol mientras los escuchamos, los leemos o vemos su película.
La princesa prometida nace como novela, escrita por William Golding y publicada en Estados Unidos en 1973. Famoso por sus guiones cinematográficos, fue él mismo quien adaptó la obra para la pantalla. Y ahí entra en escena el director Rob Reiner y un elenco de actores que funcionan como la maquinaria de una hermosa cajita de música. Todos rozan la perfección, cada uno en su papel.
Título original • The Princess Bride
Año • 1987
Duración • 98 minutos
País • Estados Unidos
Dirección • Rob Reiner
Guion • William Goldman
Música • Mark Knopfler
Fotografía • Adrian Biddle
Reparto • Robin Wright, Cary Elwes, Mandy Patinkin, Chris Sarandon, Christopher Guest, Wallace Shawn, André the Giant, Fred Savage, Peter Falk, Peter Cook, Mel Smith, Carol Kane, Billy Crystal, Anne Dyson, Margery Mason, Malcolm Storry, Willoughby Gray, Betsy Brantley, Paul Badger
Una película con escenas y diálogos antológicos, cargada de aventuras y humor, de fuerza expresiva, de aciertos visuales, que se disfruta en diversos niveles y que no cuesta repetir. Cary Elwes compone el mejor papel de su frágil carrera, Robin Wright es una dignísima princesa, Chris Sarandon sabe dotar a la maldad de las debilidades propias del cuento. No os perdáis, si aún no las habéis visto, las escenas siguientes (basta pinchar sobre cada fotograma para obtener el enlace a YouTube de sus versiones dobladas al español):
- El comienzo, con el clásico «como desees» (as you wish).
- La subida por el acantilado y el duelo a espada en su cima.
- La disputa de ingenio a cuenta del veneno mortal.
- La cuasi resurrección de Westley a manos del hechicero.
- La venganza del experto espadachín, con su famosa frase: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir».
Con todo, mis dos píldoras favoritas constituyen el preludio del duelo, con el aserto del estupendo Mandy Patinkin y la réplica, elegantísima, de Cary Elwes:
—Parecéis un hombre decente. Lamentaré mataros.
—Vos también lo parecéis. Lamentaré morir.
Todos los escritores deberían aprenderse esa respuesta. Siempre habrá alguien que critique su obra y nada mejor que saber encajar el golpe con dignidad. A modo de ejemplo:
—Pareces un hombre bienintencionado. Lamentaré asestarte un palo en mi reseña.
—Tú también lo pareces. Lamentaré recibirlo.
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