Ya sé que hoy es lunes. Pero, como sólo compro el ABC los sábados —por el suplemento, ya sabéis—, no me resisto a contaros el texto correspondiente a Leo en la brillante sección del horóscopo.
“¡Felicidades! Su contagioso optimismo, fe y esperanza en un futuro mejor atraen el triunfo. Pero vigile amigos dudosos.”
A este paso, tendré que modificar la aguda reflexión de Cary Grant, hablando de sí mismo, para aplicármela:
“Todo el mundo quiere ser Fernando García Calderón. Yo también querría ser Fernando García Calderón de cuando en cuando.”
No diré el nombre de la fémina que idea tan infalible concatenación de asertos, merecedora de la excelsa página del crucigrama y el jeroglífico, porque no soy amigo del escarnio. Pero aviso: desde este insultante optimismo que me invade el día en que no celebro mi nacimiento —tengo la mujer enferma, trabajo y, para colmo de males, no soporto el aire acondicionado de un edificio que no entra en los esquemas nacionales de ahorro energético—, no dejo de observaros. Nadie impedirá que el triunfo se pegue a mí como la lapa al calderón. El amigo dudoso pronto caerá en su propia trampa saducea.
Nota 1: saduceo, según el DRAE.
(Del lat. Sadducaeus, y este del sĕdūqī, der. de Sādōq, nombre de su fundador)
- adj. Se dice del individuo de cierta secta de judíos que negaba la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo. U. t. c. s.
- adj. Perteneciente o relativo a estos sectarios.
Nota 2: hay expresiones populares en nuestro idioma que exigen una revisión. ¿O será que la utilizo sin conocimiento ni criterio? ¿O —mejor aún— será que el término es “seducea”, constituyendo un derivado apócrifo del verbo seducir?
Concluyo ya esta pequeña broma. 11 de agosto, día de todas las Claras que en el mundo y en el huevo han sido. Vayan con ellas mi recuerdo, mi afecto y ese futuro sin colesterol que me deparan los astros.
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