Ayer me preguntaron qué pieza de una actuación en vivo destacaría. Tras ofrecer un póquer de ases del jazz, me obligaron a restringir el universo al planeta rock y sus satélites. Me costó responder. Al final aposté sobre seguro, quedándome con una versión del Starless de King Crimson y el Echoes de Pink Floyd en Pompeya.
Tras una larga noche de maduración, llegué a una conclusión sorprendente. Al menos, para mí. Mi tema favorito fuera de un estudio de grabación es Enjoy the Silence, de los ingleses Depeche Mode.
Enjoy the Silence figura en el disco Violator, publicado en 1990, y raro es que el grupo no acabe tocándolo en sus giras. La versión elegida por mí corresponde al Delta Machine Tour y si no recuerdo mal la grabó Anton Corbijn en 2013.
- Escenario, Berlín.
- Duración, 7 minutos 30 segundos.
Si algo he de destacar, diré que a la guitarra de Martin Gore le bastan unas pocas notas para ofrecer un sonido altamente hipnótico y que su percusión electrónica levanta el ánimo de cualquiera. La interpretación de los miles y miles de personas que hacen los coros es acompasada y rebasa las ganas de agradar de David Gahan. Comprobadlo en el enlace a YouTube de la foto de abajo.
Con todo lo bueno que la pieza tiene, a partir del minuto 4:05 la música y la algarabía se disparan hasta límites difíciles de creer en un grupo tecno de los años 80. ¿Cuál es la razón? Depeche Mode ha sabido envejecer, ampliando hasta límites insospechados sus registros de sonido, con teclados envolventes que saben de melodías, baterías auxiliares sin complejos y esa manera —de principiante— de atacar los instrumentos clásicos del rock.
Y, para que el festín sea completo, no es perdáis la proyección que ofrece la pantalla gigante. Pura plasticidad al servicio de la angustia. Claustrofobia elevada a la categoría de happening.
Disfrutad el silencio, sus sonidos, sus luces e imágenes. Depeche Mode en Berlín. Toda una experiencia que no conviene perderse.
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