Joaquín Lloréns critica Diario de ausencias y acomodos en el número 73, correspondiente al mes de mayo, de la revista digital Agitadoras.
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Podría decir que la crítica publicada en el último número de esta prestigiosa e interesante revista constituye la peor opinión que ha recibido nunca una obra mía. También, sin solución de continuidad, podría afirmar que es una de las mejores. Y no mentiría en ningún caso.
Destacaré algunas frases aisladas que os harán comprender mi comentario. Aunque no entrecomille, para no cansaros con el garabato, están copiadas literalmente de la web de la revista:
- No tenía previsto leer, ni mucho menos reseñar, Diario de ausencias y acomodos. Uno de los autores y la casualidad se confabularon para que el libro apareciera en mi mesilla.
- Así pues, comencé su lectura… y llegué solo hasta el segundo relato […] Lo dejé algo descorazonado. La escritura era –en palabras copiadas de uno de los relatos del libro– «pedante como Borges». Encontré la prosa muy gongoriana, borgiana o stringberiana. Confuso, denso, difícil de seguir y puro artificio.
- Con más desgana que afición, retomé su lectura donde lo había dejado.
- Como me había parecido, los relatos son, en su gran mayoría, densos, incluso confusos, pero debo reconocer que tras ellos se ve un —o dos, según se indica en la portada— escritor con un dominio de la lengua y una cultura fuera de lo común. Aunque muchas de las metáforas usadas son desaforadas e incluso fuera de lugar, otras son brillantes como luciérnagas. Reconozco que me ha dejado desconcertado. No soy capaz de decidirme sobre si es una obra maestra o una bazofia presuntuosa. No sé si es mi incapacidad intelectual la que no alcanza a deglutir lo abstruso de gran parte del libro, o es la de los autores en crear una prosa prístina para sus lectores. Y sin embargo estoy reseñándolo, ¿por qué? Pues porque hay algo en él que lo hace interesante. No es un libro más. Creo que merece la pena comprarlo e intentar su lectura. Pienso que a más gente le parecerá infumable que a los que encandilará. Pero algo en mi interior me obliga a recomendarlo. Y no es baladí que alguno de los relatos me ha gustado mucho en verdad. El placer de su lectura ha ido de menos a más y, a su término, me hubiera alegrado que hubiera sido un poco más extenso. No merece el vacío que tantas decenas de miles de libros sufren cada año en nuestro país. Apuesto a que no dejará indiferente a ningún lector. Para bien o para mal.
Uno siempre agradece las críticas que no son malintencionadas. De todas las opiniones, también de las aviesas, se aprende. A la inmensa mayoría de los autores les gusta leer un comentario razonado que ensalce su libro, cómo no. Pero, en el caso que nos ocupa, Laboa y yo valoramos de forma singular lo expresado por Lloréns. Ambos hemos sentido que nuestro esfuerzo de un buen puñado de meses, y de años anteriores, ha culminado con éxito. En las presentaciones y charlas que vengo dando gracias a la invitación de organismos relacionados con las bibliotecas públicas, expongo en un cuarto de hora algo que este hombre, con su pluma, ha resumido en nueve palabras: «Apuesto a que no dejará indiferente a ningún lector».
Ése era el propósito. Obviar el primer objetivo que toda obra persigue —entretener— y saltar al segundo: emocionar, transmitir un sentimiento que no fuera tibio o trivial.
Os dejo el enlace para quien desee leer el texto completo
Nuestro agradecimiento a Joaquín Lloréns por el tiempo dedicado a nuestro modesto volumen de relatos.
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