El pasado día 4, invitado por mi editorial —Algaida—, acudí a la cena organizada por la Fundación José Manuel Lara —consúltese en www.fundacionjmlara.es si se desea— con motivo de la elección del mejor libro del año.

 

Mejor libro del año… ¿A juicio de quién?, preguntaréis. A juicio de los representantes de las editoriales que participan en los actos de la Fundación. A saber: Algaida, Anagrama, Destino, Espasa, Lengua de Trapo, Mondadori, Planeta, Plaza & Janés, Pre-Textos, Seix Barral, Siruela y Tusquets.

Para entrar en situación:

  • Emplazamiento. Salón de Baile del Círculo de Bellas Artes, Madrid.
  • Hora. Las 21:15, si bien la puntualidad brilló por su ausencia.
  • Asistentes. La flor y nata de la cultura (industrial) oficial, un ministro y similares.
  • Indumentaria. Engalanada, según el gusto de cada cual.
  • Comensales. No menos de 350, según mis cálculos, distribuidos en 43 mesas.

Bebí —poco, por aquello de que el alcohol no es mi fuerte—, comí y reí las ocurrencias de los compañeros de aquel viaje sin destino preciso. Compartí mesa con Amando de Miguel, a quien sólo pude saludar con una leve inclinación de cabeza. Y con Sacra, a la que estoy especialmente agradecido por su amena conversación. Y con Eulalia, mi mujer, que me dio el impulso necesario para no renunciar al placer de la fiesta. A eso de las once y media levantamos el campo, que no era plan interferir en las charlas de negocio de editores y escritores con aureola.

Ah, se me olvidaba, los premios se los llevaron Cervantes —no, como he dicho antes, no empiné el codo más de la cuenta—, Cercas y Vila-Matas.