Un día como hoy, del año 1979, Bauhaus entraba en los estudios Beck de Wellingborough para, en una sola sesión de seis horas, parir su primer sencillo y, de paso, inaugurar la era de lo que dieron en llamar rock gótico.

Nada que me impresione, la verdad, si no fuera porque aquel Bela Lugosi’s dead fue, es y será uno de los más sorprendentes temas que he tenido el gusto de oír. 9 ½ minutos para festejar por todo lo alto. No hay detalle que sobre, entre aullidos de guitarra, ecos de bajo y repeticiones de batería. Daniel Ash, David J y Kevin Haskins, ni más ni menos. Y, por encima de ellos, el instrumento perfecto para esta experiencia onírica: la voz de Peter Murphy.

 

Contornos (164) Bela Lugosi is Dead. Bauhaus

 

La pieza es excepcional y su envoltorio no desmerece. La portada fue extraída de la película Las tristezas de Satán, de D.W. Griffith. Tan evocadora que parece especialmente diseñada para este disco.

 

Contornos (164) Bela Lugosi is Dead. Portada

 

Apagad las luces. Dejad encendido el ordenador. Pinchad sobre la portada y dejad que el tiempo corra… Escuchad, escuchad… Bela Lugosi’s dead. Undead, undead, undead.

Undead, undead, undead…

Pero no quiero terminar esta entrada sin recordar una de las más brillantes yuxtaposiciones de sonido e imagen, música y cine. La película es El ansia, ópera prima del difunto Tony Scott, con Catherine Deneuve, David Bowie y Susan Sarandon de protagonistas. No es perdáis los 5:17 primeros minutos. Comprobaréis que en 1983 se montaban en el Reino Unido escenas comparables a alguna secuencia de nuestra inmortal Arrebato.

 

Contornos (164) El ansia. Afiche 1

 

Una vez al año, en esta fecha, rescato el tema y la película. A medida que avanzo en el siglo XXI, comprendo mejor la angustia de John Blaylock (Bowie) y desprecio más la elegancia y frialdad de Miriam Blaylock (Deneuve). Lo peor no es envejecer, sentir el deterioro físico y mental que conlleva. Lo peor es percatarte de que el mundo seguirá girando como si tal cosa cuando tú no estés. La insignificancia.

Siento decirlo, pero uno de los errores más comunes que se cometen cuando se es joven consiste en pensar que el triunfo, la gloria, las grandes gestas nos permitirán detener el planeta y ser admirado por ello. La realidad es que la única inmortalidad a la que podemos aspirar es ser recordados, recordados de verdad, por alguien. Que ese alguien nos eche de menos cada uno de los días de su vida sin nosotros.

Y eso, mis amigos, no se logra esculpiendo en piedra o publicando best sellers, sino sentado en un sofá o en un banco del parque, compartiendo ideas, ilusiones, sentimientos.

Bela Lugosi murió y Bauhaus le dedicó un tema único. Pero, si lo pienso, sólo lo tengo presente una noche al año.