No es la primera vez que este pintor tan singular tiene presencia en esta web. En la entrada A propósito de Balthus manifesté mis consideraciones sobre su obra y su circunstancia. En consecuencia, no pretendo repetirme hoy. Me limitaré a deciros que la exposición que ofrece el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza cuenta con entradas caras y con unas cuantas pinturas que son dignas de admiración.
Si hemos de considerar la exposición representativa de la obra de Balthus, concluiremos que, en su conjunto, es irregular y buena parte de ella carece de la pulsión de los grandes maestros de la pintura. La mitad de lo que se puede contemplar hasta el próximo día 26 no da para más de un minuto de observación y un breve comentario sobre tal o cual detalle.
A la vista de lo expresado, ¿merece la pena gastarse 13 euros y consumir una hora de nuestro tiempo? La respuesta no admite duda. Merece. ¿Por qué? Porque cuando Balthus es el Balthus de las grandes inspiraciones resulta arrollador.
No me extenderé en los ejemplos. Una muestra de su arte se halla en la entrada que menciono arriba y cuyo enlace está a vuestra disposición. Tan sólo incluiré aquí la reproducción de su obra Thérèse, que data de 1938. Es un óleo sobre cartón que se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York y que ahora tenemos la fortuna de poder admirar.
Thérèse es una pintura que, a su valor intrínseco como obra de arte, une su enorme capacidad para sugerir un relato. La pintura y la literatura una vez más se enlazan en mi imaginación.
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