Ahora que comienza ARCOmadrid, la feria internacional de arte contemporáneo que se celebra desde hoy hasta el próximo día 28, viene a cuento hablar del conocimiento sobre pintura y otras actividades artísticas, y sobre esa entelequia, aparentemente al alcance de muy pocos, que es la compra de obras con verdadero valor.

Y, con este prolegómeno, entramos de lleno en Artsy. He aquí sus poderes.

 

Artsy se presentó al público en octubre de 2012. Lleva acumulada una cifra mareante de visitas y usuarios de todo el planeta.

Su misión es, según sus propias palabras, hacer accesible el mundo del arte a cualquiera que tenga una conexión de internet.

Artsy se proclama «recurso para la educación y el coleccionismo en arte».

Su principal innovación (según TalentyArt) se basa en ofrecer un servicio de compra de arte online a través de especialistas que atienden al cliente de forma personal y en mostrar una colección que comprende miles de obras de centenares de galerías y museos, que pueden exhibir todo el fondo disponible durante las veinticuatro horas del día.

 

¿Y a qué viene el interés en esta web que, entre otras cosas, vende pintura? No, no hay beneficio de ningún género en quien aquí escribe. Ni caeré en la trampa de orientar a nadie sobre tal artista o tal obra. Lo único que puedo decir es que su diseño es realmente impactante. Muy impactante. Nadie debería dejar de recorrerla, al menos una vez en la vida. Como nadie debería dejar de visitar Zanzíbar. O pasearse por el Museo del Prado. O escuchar a Miles Davis. O leer un relato de Óscar Esquivias o de Facundo Laboa.

Jamás había visto un Vermeer mirarme a los ojos. Vaya, ya se me ha escapado el nombre de uno de los pintores. Bueno, de perdidos al río. Os animo a comprar cualquier cuadro de este ciudadano de Delft que se ponga a tiro de vuestro bolsillo.