¿Quién es, fue, Balthus? Balthasar Klossowski, hijo de prusianos exiliados, nació en París el 29 de febrero de 1908.

Cuentan que todo era originalidad y cultura en la familia Klossowski y que Jean Cocteau encontró argumentos para la novela Les enfants terribles en las muchas visitas que les dispensaba.

Alabado por intelectuales de todo cuño, el propio Cocteau, Breton, Camus, Artaud, Ray, Cartier-Bresson, Miró, Picasso y Derain —por ofrecer una muestra variopinta— manifestaron su admiración por la obra de Balthus.

Con estos antecedentes, ¿de dónde procede la polémica que se viene generando en torno a la figura de este artista, original e indómito? De las acusaciones de «pederastia artística», suponiendo que algo así pudiera definirse. Es un caso similar al de las fotografías de niñas realizadas por Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll). Lo que ocurre es que, en su tiempo, nadie se planteó estas cuestiones. Es en las últimas décadas cuando se impone lo «políticamente correcto» y la manifestación pictórica se ve afectada por resonancias que derivan de la moral imperante. Veamos una muestra de su obra.

 

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Mujeres, hombres, niños, niñas, gatos. ¿Sensualidad? ¿Provocación? No puede haber más problema en Balthus que el que adivine el ojo, y la fantasía, del espectador. Es un artista que se ha ganado el derecho a que su obra esté colgada en cualquier museo que se precie, en Nueva York, en París, en Madrid. Donde sea.

Y todos nosotros debemos tener la posibilidad de contemplarla y disfrutarla. O rechazarla, que de todo ha de haber en cuanto a gustos y (pre/pos)juicios.