El 9 de julio de 1955, Miles Davis graba en el estudio de Rudy van Gelder, en Hackensack, New Jersey, una de las perlas de la historia del vinilo: Blue moods.
Con Blue moods me zambullí en el jazz, una música que me permitía estudiar, soñar, conversar y hasta bailar desafiando la regla de ubicuidad de los cuerpos. De modo que las penas de la carrera universitaria eran reemplazadas por una melancolía que no conocía principio ni fin. El crepúsculo de la tarde invernal, oyendo Nature boy, se materializa en un recuerdo pequeño, que se expande en mi memoria hasta enlazar con las primeras imágenes de creación literaria.
Miles Davis
(trompeta)
Britt Woodman
(trombón)
Charles Mingus
(bajo doble)
Teddy Charles
(vibráfono)
Elvin Jones
(batería)Cinco músicos en estado de gracia, grabando en una sola jornada los 26 minutos y 40 segundos
que dura el disco.01
Nature Boy
02
Alone Together
03
There’s No You
04
Easy Living
El disco vio la luz en CD, tras un aplaudido proceso de digitalización, en 1990. Su carátula es hermosa, digna del genio de Alton.
Llegué a esta música pronto, en las rebajas de enero de 1977, y disfruté tanto de ella que la deuda es impagable. Nunca hasta entonces me había gustado la trompeta. Me parecía un instrumento estridente, con pocos matices. Pero, claro, no había escuchado ese instrumento en las manos y labios de Miles Dewey Davis III, un prodigio por su técnica, sensibilidad y matices.
En décadas posteriores seguí la trayectoria incontestable de este perquisidor del talento ajeno. Tantos cambios de tendencia, tantas piezas maravillosas, tantos discos para la posteridad. Entre grabaciones en estudio y en directo, oficiales y apócrifas, atesoro cerca de doscientas joyas. Todo comenzó en una fría tarde de visita al anexo de unos grandes almacenes. Rebajas en literatura y música, gangas. Y, entre tanta ganga, la mena que lleva a mi lado, atemperando mis caídas anímicas, treinta y ocho rotaciones de la Tierra alrededor del Sol.
Hoy, sin ir más lejos.
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