No, no es el crono de Juan Lloveras cuando batió el récord de España de 110 metros vallas, en Ginebra, allá por el año 1974. Ni la hora peninsular a la que entró el verano, el 21 de junio del pasado 2006. Ni tampoco ese versículo incomprensible del Evangelio de San Lucas donde se pretende hablar de la necesidad de la abnegación —“Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo—.
Es, para mi sorpresa y agrado, la duración —14 horas y 26 minutos— de la lectura de La judía más hermosa que ofrece el Servicio Bibliográfico de la ONCE en la nota informativa nº 9/2007, fechada en junio.
Mi agradecimiento a la Organización Nacional de Ciegos por permitir que esta novela pueda ser escuchada.
Ya puesto, quiero añadir a la extensa lista de agradecimientos que contiene esta página web los correspondientes a dos amigos que cuentan con blog:
► orenez.blogspot.com, del muy recomendable escritor Javier Vázquez Losada, con quien —a pesar de no conocerlo— mantengo una encantadora relación epistolar electrónica. Él escribió acerca de La judía más hermosa:
“Vaya por delante que no leo ni gusto de la novela histórica (cosa de gustos, también aborrezco el flamenco o la doma clásica, no pasa nada). Pero en todos los palos hay obras que emergen con luz propia. ¿Por qué? Porque hay artista y hay talento. Como en esta Judía, bien escrita y bien tramada por un autor que si no está ya entre los grandes, pronto lo estará.
Divertido, exagerado y pasional, así puede ser Javier cuando dispara su prosa. Una prosa, y no es palabra de afecto, excelente en el arte de tramar cuentos y novelas.
► dvdevendetta.blogspot.com, máscara tras la que oculta su rostro un camarada en las fatigas profesionales. Este blogger, que define sus intereses con un más que cierto —doy fe— “Todo sobre todo”, hace una semblanza de mi ya larga vida y de mis cortos, cortitos, milagros, llegando a afirmar sobre La judía:
Entretenida y cautivante en ocasiones; pese a su temática y a una narración de corte más clásico, son reconocibles muchas de las constantes ya tratadas anteriormente en la obra del escritor, pero contrapunteadas, por un poso de humor y melancolía, de forma admirable a lo largo del relato.
Una recomendación: obviar este capítulo del archivo del blog y zambullirse en unos haikus que detienen la saeta del tiempo.
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