Quien más y quien menos ha soñado alguna vez con volar. Con o sin aparato. La aviación constituye un modo de transporte joven que, sin embargo, ha perdido cuanto de romanticismo tuvo. La modernidad en las comunicaciones nos permite recorrer grandes distancias en un tiempo moderado, asumible, mediante el automóvil, el tren o el avión, pero ha borrado esa sensación de aventura que acompañaba al viaje.
Por eso, de cuando en cuando, nos gusta contemplar fotos e ilustraciones de otra época. Añorar lo que vivimos o lo que nunca viviremos. En Madrid, en el denominado —con cierta pretenciosidad— museo ABC se celebra la exposición «Pasión por volar«. Una muestra, pequeña pero interesante, que nos trae la prehistoria de la aviación en España y los comienzos de la compañía Iberia.
Os dejo los enlaces al documento editado para la visita y a la página web del museo.
Volar. En una de estas imágenes tan literarias, cantando —¿por qué no?— a Domenico Modugno.
Penso che un sogno così
non ritorni mai più,
mi dipingevo le mani
e la faccia di blu,
poi d’improvviso venivo
dal vento rapito,
e incominciavo a volare
nel cielo infinito.Volare oh oh
cantare oh oh oh oh,
nel blu dipinto di blu,
felice di stare lassù…
Seguro que esta noche lo disfruto, con un traje de espiguilla, un gabán y un sombrero, del brazo de una dama que luce un collar de perlas y un bolso de charol, a juego con sus zapatos. Volando entre nubes de algodón de azúcar, camino de Buenos Aires o de Río de Janeiro, con el brillo del tecnicolor.
Aunque, si lo pienso bien, un sueño así no volverá jamás.
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