Ha muerto uno de mis valores seguros. Una persona que, más allá de la enorme brillantez de su mente, me susurraba al oído cada mañana que hay cosas peores y que mejor me iría si dejo de lamentarme por mi triste suerte.
Hoy faltó a su cita y he tenido que levantarme de la cama con la única ayuda de mi voluntad. Veremos qué pasa en los próximos días.
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