Como amigo vuestro que soy, os debo una explicación. Y, esa explicación que os debo, os la voy a dar…
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Los textos que introducen las distintas historias
en
nacen de un juego modesto. Queríamos crear algo que –hipotéticamente– hiciese pensar en un solo autor del libro, pues ése ha sido nuestro mayor esfuerzo en los meses de preparación del volumen. Con esa intención, dimos voz a personajes secundarios o tangenciales que conversan –¿son entrevistados?– con alguien de quien no sabemos ni sabremos nada: un posible «recopilador» de todos los relatos. El guiño, carente de pistas que permitan su deducción, residiría en que él mismo es sujeto activo en uno de esos preludios.
Para que el efecto no pesase demasiado decidimos:
- Emplear formas de expresión muy coloquiales, que revelasen opiniones y no verdades absolutas que pudiesen condicionar la lectura del relato.
- No aclarar nada de esto en ningún punto de la obra. Hacerlo nos pareció pretencioso.
¿Qué podía ocurrir? Que alguien preguntase su porqué. Confieso que ha habido más lectores inquietos de lo que esperaba. A todos doy las gracias por su interés.
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