[Diario de ausencias y acomodos]

Memoria del hombre que huye no es un relato de temática literaria, aunque su protagonista sea un escritor. Tampoco es, específicamente, un homenaje a un cineasta determinado, aunque un director de películas para la posteridad constituya el impulso primigenio del hombre que huye.

Memoria aborda, en sus escasas dieciséis páginas, tres de las cuestiones que preocupan a este autor.

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♦  La identidad          ♦  La vocación        ♦  La motivación

 

Está solo. Cada día más. Ha dedicado su vida a una actividad única. Literatura. Escribir, hasta la extenuación.

Empezó con quince años, emborronando poemas surreales, luchando contra la musa de los versos rimados como luchaba contra el acné que horadaba sus facciones. Fumaba tabaco rubio y edificaba tragedias de papel, a escondidas, en la soledad del retrete. A los dieciocho, cómplice de la revolución de las ideas y de los ritos progresistas en boga, orientó sus titubeos por la senda del teatro más combativo y desmesurado. Destacaba sobremanera entre aquellos chavales con camisa de cuadros montañeses y barba de Che Guevara, por su cara rechoncha y por un bigote y un flequillo robados a las crónicas del Nodo. Después, rebasada la veintena, rompió con sus raíces, abandonó los estudios y se enfrascó en la búsqueda de un personaje. Un personaje singular, polémico, que proyectara su sombra sobre los grandes acontecimientos del siglo, que protagonizase trescientas páginas de oro puro sin aburrir al lector menos avezado. Daba igual que fuese de carne y hueso o de papel de estraza, de apellido sonoro o simplemente Smith. Un nuevo Joyce o un nuevo Camus debían brotar de sus vísceras y andanzas, y eso era lo único que contaba. Quería la gloria, su nombre grabado a cincel en los libros de bachillerato, y estaba dispuesto a ganársela con las extremidades, los dientes o cualquier otra parte de su anatomía provechosa sobre una máquina de escribir.

 

Jack Vettriano pintó The weight (El peso) en 2009. No tengo la menor duda de que hizo esta obra con la intención de que yo escribiese Memoria del hombre que huye.