Hablar de Los tres mosqueteros, para mí, siempre es comprometido. Nunca tuve una especial inclinación hacia Dumas y su obra, publicada por entregas en el periódico Le Siècle entre marzo y julio de 1844. En cambio, adoro la película estrenada en Estados Unidos el 20 de octubre de 1948.
Hay varias razones para desear ver Los tres mosqueteros. Voy a esbozarlas solamente, para no cansaros:
- Su guión conserva los aspectos destacables en la novela: humor de inicio, afán de aventura, camaradería, una historia que parece una historia, tensión dramática y un final al gusto del público de cualquier época.
- Está estructurada a la manera de los musicales de entonces. Aquí canciones y bailes son reemplazados por combates de esgrima, que Gene Kelly coreografía con agilidad de gimnasta y elegancia de bailarín.
- La dirección de George Sidney está al servicio del espectáculo, sin ninguna pretensión adicional que lastre la trama y la interpretación.
- Goza de los colorines del tecnicolor de finales de los 40, siempre exagerados y divertidos.
- Cuenta con Lana Turner, tan mala como guapísima. Y viceversa.
- No se priva del «uno para todos y todos para uno».
Fue éxito de taquilla entonces y ha sido respetada por el paso del tiempo. Una delicia que visito cada dos o tres años y que jamás defrauda.
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