El tiempo pasa deprisa, muy deprisa. Especialmente para tipos como yo, que utilizamos la página escrita como unidad de medida. Ayer mismo, como quien dice, inserté la noticia de que un año más firmaba en la Feria del Libro de Madrid. Han pasado casi dos meses y medio desde entonces.

 

¿Qué he hecho en ese tiempo? No, no me he ido de vacaciones, que disfruto de los calores de la capital con animosa disposición. Tampoco me he dedicado a la lectura desaforada de géneros literarios o de asuntos concernientes a ellos. He echado un vistazo a los culturales de los periódicos que sólo hojeé, pendientes todavía de leer en profundidad, y he contabilizado 134. Calculad las semanas que representan. Sí, ya sé que soy andaluz, pero no exagero ni esto (pego el dedo índice al pulgar y levanto la mano a la altura de mi cara). He revisado los gastos de mi tarjeta de crédito y he descubierto que dedicarse a escribir con fruición sale barato. Porque, en efecto, lo único que he hecho es trabajar en esa ingeniería de la que muchos creen que reniego y afanarme en redondear páginas y más páginas.

El balance de los últimos meses no puede ser más halagüeño para La noticia. Lo sintetizaré en unos cuantos hitos que conservo en la memoria, fechas incluidas:

Tras la llegada a Sevilla el 28 de marzo, de la que os informé en esta sección, la prensa (escrita y hablada) se hizo eco de la vida y milagros del nuevo libro. Para bien.

  • El 27 de abril se presentó en Madrid, en el hotel Suecia. Fue una rueda de prensa afectuosa, que se prolongó más de una hora, y en la que hubo momentos para la literatura, para la evocación y hasta para las confesiones personales. Vaya por delante mi gratitud hacia todos los asistentes, que no fueron pocos, por el trato recibido. Allí estuvieron Modesta Cruz, Juan Manuel González, Manuel Quiroga Clérigo y hasta el “nadalino” (ni mucho menos anodino) Javier Puebla.
  • El 10 de junio llegó la tan temida y amada firma en la Feria. Siempre la he concebido como una reunión de allegados y familiares, dispuestos a pasar un agradable rato de charla. Lo cierto es que la respuesta superó con creces mis expectativas y, un año más, los voluntariosos que se acercaron dejaron sin libro la caseta. Mi más afectuoso recuerdo para todos.
  • El 12 de julio me desayuné con el texto que el escritor Óscar Esquivias dedicaba a La noticia. Sabéis que siempre relativizo el valor de las críticas, respetadas como opiniones personales que pueden ser de utilidad (de un modo u otro, sean del signo que sean) para el autor. Confieso, sin embargo, que ésta me emocionó. Venía de alguien que considero amigo, muy amigo, en la más amplia extensión de la palabra y apuntaba aspectos de mi escritura que me resultaban especialmente valiosos y, por qué no decirlo, íntimos. Algunas de sus frases serán conservadas, entre algodones, en mi memoria. Desde aquí expreso públicamente mi gratitud a este gran escritor (sin ir más lejos, su último libro, Inquietud en el paraíso, ha sido galardonado con el premio de la crítica de Castilla y León) y mejor persona.
  • Para finalizar, en la última semana de julio tuve la grata sorpresa de recibir una llamada del programa El Ojo Crítico, de Radio Nacional. Modesta Cruz retomaba nuestro encuentro de abril y proponía una entrevista para hablar de diversos aspectos de la novela y de su autor. Dando sobradas muestras de su profesionalidad y de su amor hacia las letras antes, durante y después de la entrevista, Modesta me hizo sentir muy cómodo.

No quiero cerrar este recuento sin mencionar las decenas de correos electrónicos, mensajes en el Foro, llamadas telefónicas y conversaciones en las que se me ha felicitado por la novela. Algunas de ellas, comparando La noticia con anteriores trabajos. Quiero pensar que la trayectoria del escritor progresa y que éste no se limita a dar vueltas a la misma idea o a la misma forma de expresión. La madurez, entre otras cosas, también ha de alcanzar a quien toma el bolígrafo o el teclado. No soy aficionado, lo sabéis, al mimetismo en literatura.

Animo a desmelenarse, por último, a los que tengan opiniones adversas sobre La noticia. No es que disfrute con ellas, no soy especialmente masoquista, pero también ayudan (incluso las malintencionadas) a reflexionar.