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King Crimson / Red / Starless… Chapman Stick

A estas alturas de la novela, cualquiera que me conozca mínimamente no ignora que King Crimson es uno de los grupos que constituyen mi pequeño parnaso discográfico.

Si tuviera que decantarme por uno de sus vinilos, lo haría por Islands y por Red. Si tuviera que elegir un único tema, señalaría Starless y Formentera Lady.

 

Contornos (089) King Crimson. IslandsContornos (089) King Crimson. Red

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero vayamos al grano, ayer escuché los 12 minutos y 18 segundos de Starless ocho o diez veces. Sí, andaba mal de tiempo, documentándome sobre el Conde de Floridablanca, y no pude dedicarle más. Fue una delicia reencontrarme con la sutil belleza de su melodía.

Lo que sin duda no esperaba es que una simple búsqueda en YouTube me deparara un placer adicional, proporcionado por un instrumento musical, extraño, híbrido de guitarra eléctrica y bajo, que denominaron —en honor a su creador— Chapman Stick.

 

Contornos (089) Red. Chapman StickContornos (089) Red. Tony Levin

 

Conocía el instrumento por Tony Levin (el de la imagen de arriba), que lo había empleado en actuaciones de King Crimson, pero nunca le había prestado excesiva atención. Y que conste que, si hemos de hacer caso de Wikipedia, se comercializa desde 1974. Anoche tuve la oportunidad de escuchar, en solitario, uno de estos Sticks. Las manos las puso un magnífico David Tipton; la música, Cross & Fripp & Wetton & Palmer-James. Título: Starless. Os dejo el enlace. Prometedme que no os lo perderéis.

 

Contornos (089) David Tipton

 

Nota: David Tipton es un instrumentista del Chapman Stick que sabe extraerle los mejores sonidos y que, por extraño que nos resulte, carece de entrada en Wikipedia.

Depeche Mode & Enjoy the Silence, Berlín

Ayer me preguntaron qué pieza de una actuación en vivo destacaría. Tras ofrecer un póquer de ases del jazz, me obligaron a restringir el universo al planeta rock y sus satélites. Me costó responder. Al final aposté sobre seguro, quedándome con una versión del Starless de King Crimson y el Echoes de Pink Floyd en Pompeya.

Tras una larga noche de maduración, llegué a una conclusión sorprendente. Al menos, para mí. Mi tema favorito fuera de un estudio de grabación es Enjoy the Silence, de los ingleses Depeche Mode.

Contornos (178) Depeche Mode. Enjoy the silence. Live in Berlin 1

Enjoy the Silence figura en el disco Violator, publicado en 1990, y raro es que el grupo no acabe tocándolo en sus giras. La versión elegida por mí corresponde al Delta Machine Tour y si no recuerdo mal la grabó Anton Corbijn en 2013.

  • Escenario, Berlín.
  • Duración, 7 minutos 30 segundos.

Si algo he de destacar, diré que a la guitarra de Martin Gore le bastan unas pocas notas para ofrecer un sonido altamente hipnótico y que su percusión electrónica levanta el ánimo de cualquiera. La interpretación de los miles y miles de personas que hacen los coros es acompasada y rebasa las ganas de agradar de David Gahan. Comprobadlo en el enlace a YouTube de la foto de abajo.

Contornos (178) Depeche Mode. Enjoy the silence. Live in Berlin 2

Con todo lo bueno que la pieza tiene, a partir del minuto 4:05 la música y la algarabía se disparan hasta límites difíciles de creer en un grupo tecno de los años 80. ¿Cuál es la razón? Depeche Mode ha sabido envejecer, ampliando hasta límites insospechados sus registros de sonido, con teclados envolventes que saben de melodías, baterías auxiliares sin complejos y esa manera —de principiante— de atacar los instrumentos clásicos del rock.

Y, para que el festín sea completo, no es perdáis la proyección que ofrece la pantalla gigante. Pura plasticidad al servicio de la angustia. Claustrofobia elevada a la categoría de happening.

Disfrutad el silencio, sus sonidos, sus luces e imágenes. Depeche Mode en Berlín. Toda una experiencia que no conviene perderse.

It’s Immaterial

Podría datar el verdadero inicio de mi afición a la música en la primavera del sexto curso de bachillerato. El detonante fue un descendiente del pintor Gutiérrez Solana, cuyos discos me abrieron las orejas definitivamente.

Acabé la carrera universitaria en el verano de 1982. Para entonces, mi discoteca particular contenía un buen puñado de joyas entre las que destacaban vinilos de Dylan, Miles Davis, The Doors, Talking Heads, Genesis, Van der Graaf Generator, King Crimson o Pink Floyd. Mis recursos económicos eran tan escasos que ahorraba para su compra privándome del bocadillo matinal o empleando las piernas en lugar del autobús.

La década de los 80 fue fructífera. Se expandió el «tecno» como las hordas de Atila y solía frecuentar un local donde la cerveza iba acompañada de un sinfín de vídeos que empezaban a llamarse «clips», de modo que Durutti Column, Joy Division y Bauhaus eran asediados por Ultravox, Pet Shop Boys, Spandau Ballet, Depeche Mode, Yazoo y similares. Entre los españoles, Golpes Bajos y La Mode se llevaban la palma.

En aquel totum revolutum, pasé por alto unas cuantas bandas que han ido escapando del pozo de mi ignorancia con el lento transcurrir de los años. Una de ellas,  muy especial, llegó a mí hace apenas unos días: It’s immaterial. Escuché un tema, Driving Away From Home, e inmediatamente deseé tener a mi alcance toda la discografía estos desconocidos (al menos para este presuntuoso melómano).

Contornos (139) It's immaterial. Driving away from home

 

Resultó que el grupo se había formado en 1980, pero no alcanzaron cierta popularidad hasta que, en el 86, publicaron ese éxito y lanzaron su primer LP, titulado Life’s Hard And Then You Die. Algo así como «la vida es dura y después mueres». Y, para entonces, no eran más que un dúo, formado por el vocalista John Campbell y el guitarrista (y teclista) Jarvis Whitehead.

Hasta 1990 no aparecería el delicioso Song, un disco por el que deberían figurar en el olimpo de la música contemporánea. A modo de muestra representativa, basta con acercarse a YouTube y degustar New Brighton.

Y ahí se acaba la historia. Su tercer larga duración, tras ardua tarea llevada a cabo en 1992, quedará guardado en un cajón de la compañía discográfica. House for Sale, aseguran, verá la luz en breve.

En la literatura estas cosas suceden, quizá, con más asiduidad que en la música. Buenas, grandes obras duermen el sueño de los justos, a la espera de que un alma sensible las rescate. Me miro el ombligo y veo El vuelo de los halcones en la noche. ¿Por qué será que estos seres inmateriales, de tan brillantes canciones, me producen admiración y simpatía?

Portadas

¿Quién no se ha interesado en un libro o un disco por su portada? Hemos de reconocer que la imagen que percibimos al enfrentarnos a esa fachada nos predispone. Tal inclinación (hacia delante o hacia atrás) queda pronto matizada. En cuanto interviene el raciocinio, haciéndonos valorar otros aspectos de mayor relevancia en la ponderación que nuestra mente efectúa de la obra.

La simbiosis creativa entre portada y contenido alcanza su mayor rango en la música. Los temas de un disco de vinilo quedan indefectiblemente asociados a su carátula, hasta el punto de que llegamos a «poner cara» al sonido. Basta con escuchar las primeras notas de 21st Century Schizoid Man (In the Court of the Crimson King, 1969) para dibujar en el aire el rostro macilento pintado por Barry Godber, artista de una sola creación y programador de computadoras. Robert Fripp expresó sobre él lo que cualquiera de nosotros pensaría.

La cara que aparece afuera es la del Hombre Esquizoide y la de adentro es la del Rey Carmesí. Si miras a la cara sonriente, sus ojos revelan una increíble tristeza. ¿Qué puede uno agregar? Refleja la música.

Os ofrezco algunas de las portadas que me produjeron sensaciones singulares en su momento y hoy reposan en el desván de mi memoria.

 

Contornos (064) In the court ofContornos (064) Miles Davis

Contornos (064) Pink Floyd

Contornos (064) Santana

Contornos (064) Jackie McLean

Contornos (064) Paul ChambersContornos (064) Weather Report